jueves, 18 de diciembre de 2008

Tres ofrendas dignas de imitar.


Algunos sinónimos de “ofrenda” son: Regalo, don, dádiva, obsequio, cumplido, homenaje, voto. Podemos definirla como: Un presente costoso que se ofrece con respeto, gratitud y amor; además posee carácter de adoración y tiene que ver con un ofrecimiento voluntario.

En la Biblia encontramos tres ofrendas sobresalientes. En cada una de ellas encontramos lecciones muy valiosas. Examinemos estos tres acontecimientos y veamos lo que Dios nos quiere enseñar:

La ofrenda de la viuda (Mr. 12: 41-44)

Por lo general cuando las personas dan, dan de lo que les sobra, esto generalmente siempre fue así. En este pasaje tenemos una excepción. Ella dio todo.

Aquí aprendemos a dar todo lo que tenemos. Esta ofrenda impactó el corazón del Señor, no por la cantidad, sino por liberalidad, desprendimiento, la generosidad. "Dios juzga lo que ofrendamos por la cantidad con que nos quedamos". – Misionero George Mueller (Mt. 6: 20)

¿Que dirá Dios de nuestras ofrendas?

La ofrenda de María (Mr. 14: 3-9)

Esta ofrenda nace del aprovechamiento de una ocasión especial, donde ella demostraría en vida, al Señor, cuánto le amaba y cuán agradecida estaba por todo lo obrado a su favor.

Esta ofrenda produce un fuerte impacto en todos los presentes, incluyendo los discípulos, especialmente Judas, pero sobre todo al Señor.

Esta ofrenda impacta porque ella:

Expresa su agradecimiento públicamente

Rinde lo más excelente que tiene

Ofrece algo irrepetible

Brota como resultado de la creatividad

Entrega todo, no se guardó nada para ella.

Realiza un acto espontáneo pero muy apasionado

Si bien esta clase de ofrenda despierta críticas, también impulsa la defensa y la honra del Señor

Aprendemos que hay ocasiones donde el Señor nos presenta la oportunidad de darle lo más valioso que poseemos y no deberíamos desperdiciarla.

¿Qué buscas hacer con tu ofrenda? ¿Buscas honrarle? Recuerda este principio: “Dios honra a los que le honran” (1S. 2: 30)

La ofrenda del rey david (2Sa. 24: 24-25)

Raramente escuchamos que alguien predique sobre este principio para la ofrenda: “El principio del sacrificio”. Alguien apropiadamente dijo: “Si nuestras ofrendas no significan mucho para nosotros, entonces tampoco para Dios”

El rey David representó esto en su propia vida (v. 24).

La ofrenda dedicada a Dios, no puede ser lo conseguido como fruto de algo robado, o hurtado, o de algo que nos regalaron; sino fruto de un esfuerzo personal, resultado de nuestro trabajo.

Reflexionemos juntos:

Cuando uno obsequia (ofrenda) algo que no valora, que no aprecia, que no le costó nada, está expresando cuanto valora a esa persona.

Cuando yo me compro algo que cuesta muy caro, estoy diciendo que aunque cueste mucho, lo merezco. Me hace falta. Lo necesito. Es bueno, por eso vale lo que cuesta.

Por el contrario, cuando compro algo barato, si bien me alegro momentáneamente, siempre me queda un sabor amargo, porque sé que había algo mejor, pero que salía más caro, y si bien tengo algo, no es lo mejor, lo ideal, lo sobresaliente.

Lo excelente tiene un precio más alto, un sacrificio, pero trae satisfacción, deleita, produce contentamiento.

Déjeme preguntarle: ¿Qué refleja el monto económico de tus ofrendas? ¿El Señor es honrado cuando dejas tu ofrenda en la bolsa? ¿Representan tus ofrendas un verdadero sacrificio? ¿Muestran tus ofrendas que tienes una relación seria y profunda con Dios? ¿Demuestra cuánto le amas?

¿Le ofreces a Dios algo que te cueste? No hablo solamente de dinero. Ej. Tu tiempo, tu esfuerzo, tus planes, etc.

Así como a nosotros nos impresiona y nos conmueve lo de calidad y lo excelente, a Dios también.

Conclusión: Todo lo que Dios creo, lo ha capacitado también con la gracia de dar: Dios hizo el sol, él da… Dios hizo la luna, ella da… Dios hizo las estrellas, ellas dan… las, nubes, la tierra, el aire, el mar, los árboles, flores, aves, animales; Dios hizo al hombre, ¿da él? ¿Y cómo da?

Bendiciones.


Patricio.

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