viernes, 19 de septiembre de 2008

Construyendo con Sabiduria.


Para edificar nuestra vida en Cristo debe ser removido todo aquello que no sirve. Solamente de la muerte se puede sacar vida nueva

Te invito a leer: Jeremías 1.10

Un gran sector de la iglesia ha creído que la propuesta del cristianismo es la de hacer prolija y hermosear la vida que poseemos. De esta manera, la persona que llega al arrepentimiento y se incorpora al cuerpo de Cristo frecuentemente experimenta modificaciones muy leves en su vida. Luego de mucho años de andar en el camino encontramos que muy poco se diferencia del hombre de la calle. La autoridad que el Señor le da al profeta Jeremías, descripta en el versículo de hoy en términos tan gráficos, nos muestra que el ministerio involucra un cambio mucho más dramático y profundo de lo que pensamos. Dios no está en el negocio de hacer parches en las vidas, de hacer una reparaciones mínimas para que puedan luego continuar funcionando dentro del reino.
Antes de que se pueda producir la tarea de edificación, debe ser removido todo aquello que no sirve. De esta manera, la tarea del profeta incluía la parte negativa del proceso de reconstrucción, que era la de arrancar, destruir, arruinar y derribar. Note usted lo radical y terminante que son estas palabras. Usted no destruye ni arruina aquello que tiene intención de volver a usar. Usted solamente arranca y derriba aquello que ya no le sirve más.


Muchas veces vemos ministerios en los cuales solo se trata de darle una «lavada de cara» a cosas que en su esencia están podridas. Muchas son las técnicas y metodologías del mundo que hoy nos venden los expertos del crecimiento de la iglesia. Algunas de ellas ni siquiera han sido adaptadas a la iglesia, sino simplemente transferidas. Muchos son los cristianos que quieren retener todas las comodidades y modalidades del mundo mientras viven una vida espiritual predecible e insulsa. Muchas son las congregaciones que dan testimonio de tener más en común con los ciudadanos de este mundo que con los del reino. Aunque usemos pintura de la más blanca para tornar en presentables estas cosas, su esencia no puede ser redimida. El único destino adecuado para ellos es el de la destrucción.

Seguramente a esto apuntaba Jesús cuando dijo que «nadie corta un pedazo de un vestido nuevo y lo pone en un vestido viejo; pues si lo hace, no solamente rompe el nuevo, sino que el remiendo sacado de él no armoniza con el viejo (Lucas 5.36)». El principio que señala es claro: llega un momento que el vestido viejo está tan desgastado que no vale la pena repararlo. La solución es tirar el vestido viejo y guardar el paño nuevo para otra cosa.

El apóstol Pablo señala en Romanos 6.4 que «somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva». Nuestro destino espiritual cuando llegamos en Cristo no es el «taller de chapa y pintura». Es la muerte. Solamente de la muerte se puede sacar vida nueva.


Para pensar:
¿Continúa usted viendo cambios en su vida? ¿Cuáles son las áreas donde Cristo está obrando transformación en su vida? ¿Cómo puede usted colaborar con esta obra del Alfarero divino?

Dejate construir por Jesús y vivirás una vida plena.

Bendiciones


Patricio.

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