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Cuando el príncipe tenia 20 anos, su país entro en guerra a la cual tuvo que ir. Un día, estando en plena batalla, vio venir a un soldado enemigo hacia el, apuntando le con una arma. El se puso a temblar como una hoja, pensando que su fin había llegado. En ese momento, llego un mosquito y le dio un piquete en la mano al enemigo, distrayendo su atención y haciendo errar el tiro.
El príncipe aprovechando la confusión, huyo escondiéndose entre los arboles del bosque.
Al anochecer ya cansado se metió a una cueva pensando que esta seria un buen refugio para pasar la noche. Dejo ir su caballo y allí se quedo, aunque no pudo dormir en toda la noche.
A la mañana siguiente oyó voces y pasos, y suponiendo que eran sus enemigos se quedo muy quieto y casi sin respirar.
Uno de ellos dijo: En esta cueva debe de estar el príncipe.- No... dijo el otro-, aquí no puede estar, porque al entrar habría roto esta telaraña. Es verdad dijeron los demás y se alejaron. El príncipe se puso de rodillas, dando gracias a Dios por esos insectos que le habían salvado la vida, pidiéndole perdón por haberse quejado en tantas ocasiones por haberlo molestado.
La guerra termino y el volvió a su país muy agradecido. Desde entonces, jamas volvió a quejarse de lo que Dios había creado. Por lo contrario, a todos relataba el servicio que le habían prestado una arana y un mosquito, dos seres insignificantes de la creación de Dios, que con su humilde servicio, le habían salvado la vida.
Muchas veces cuestionamos lo que Dios hace y a veces decimos que no sirve. Todo en esta vida tiene su razón de ser, y nada de lo que Dios hizo esta de sobra. Aprendamos a vivir con el mundo que tenemos y no rechacemos lo que Dios hizo para nosotros
Bendiciones.
Patricio.
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