lunes, 18 de agosto de 2008

El Pianista.

No sabemos qué hacer,y a ti volvemos nuestros ojos. (2ª Crónicas 20:12.)

Nuestros ojos miran a… nuestro Dios,hasta que tenga misericordia de nosotros. (Salmo 123:2.)

El coro estaba en el escenario; el director de orquesta levantó las manos, dispuesto a dar la señal. El pianista, oculto por la tapa completamente abierta de su piano de cola, tocó las primeras notas. Pero de repente, con ademán imperativo, el director interrumpió la música. Se dirigió hacia el piano y bajó levemente la tapa del instrumento. A causa de esta tapa demasiado abierta, el pianista no podía ver bien al director. Le era, pues, difícil acompañar correctamente al coro.

¿No ocurre lo mismo en nuestra vida espiritual? Si nuestras miradas no están constantemente puestas en Jesús, no podremos corresponder a lo que él espera de nosotros. De ahí la exhortación que da el autor de la epístola a los Hebreos en el capítulo 12, versículos 1-2: “Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”.

Tengamos cuidado. El piano es magnífico, las teclas son brillantes, la tapa ampliamente abierta, el pianista hábil, pero la armonía puede estar ausente si el pianista no ve bien al director. Asimismo, en nuestra vida cristiana puede haber mucha actividad, un gran conocimiento de las Escrituras y, sin embargo, no verse los resultados. Si algo se interpone entre Cristo y nosotros, ya no le vemos más. Entonces es tiempo de recapitular y buscar por qué hemos perdido de vista a nuestro Jefe y Amigo.

Que Dios les bendiga.

Patricio.

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